lunes, 28 de julio de 2008

El bocata de nocilla

Desde hacía ya unos días me acechaba un antojo del que por fin he podido desquitarme hace apenas unos minutitos, y no era otra cosa que el comer un bocata de nocilla.
Ya no es sólo el placer que a una persona golosona como yo le pueda otorgar el cacao, sino la inexorable relación nocilla-verano que pervive en mis patrones de razonamiento.

Ayer precisamente, tras uno de esos días en la piscina del pueblo en que disfruté un montón con el baño, la pelota, la partida de mus tras la comida al aire libre y el porrón de cerveza, además de la compañía de todos los presentes, volvía de camino a casa pensando en la guinda del bocata de nocilla.

Creo que esto viene de mis tiempo de niñez, cuando junto con mi hermano pateábamos la playa gallega de Cesantes en que veraneábamos con los papás; los baños, los cangrejos, las escapadas al muelle, la "pesca" de pececillos con la marea baja...un sin fin de actividades agotadores que hacían esperar el momento de correr a aquel chiringuito de la playa en que la bolsa de los bocatas nos esperaba junto a la nevera que siempre solía llevar mamá con la comida. Entonces llegaba la disputa, a ver quien se hacía con el bocata más grande...

Creo que por este motivo siempre asocio este bocata con el baño en el mar, válganos también la piscina em esta ocasión.

Que serían aquellos viajes a Galicia sin canciones como ésta...

1 comentario:

Unknown dijo...

jajajaja que recuerdos!!! Me han entrado ganas de un bocata de nocilla!! En cuanto vuelva a Barcelona me pillaré un bote :-)

besos